Huele a lluvia y a gris. A orden y tranquilidad. Todo está en su sitio y el frío nos ha anestesiado el corazón. Vamos de aquí a allá haciendo lo que debemos hacer, sonriendo por cortesía o por inercia. Tengo por costumbre, cuando octubre se muere y la escarcha invernal nos muerde desde noviembre, encerrarme en mi crisálida y permanecer en estado latente hasta que el Sol derrita los carámbanos de hielo entre los que duermo. Pero por una vez me gustaría que Alguien hiciera añicos de una patada la monotonía. Garabateando mis días de azul turquesa, naranja brillante, púrpura o verde intenso. Creándome quebraderos de cabeza. Quitándome el disfraz de
Colour my life with the chaos of trouble.
Bb.
